Los tiempos modernos no dejan de sacudirnos con extra-vagancias como la de meter ocho temas en la cara de un Lp, y repetirlos en riguroso orden en la siguiente. ¿Que objeto tiene esto?¿Beneficia a alguien? Ni puta idea. Reconozco que estaba sobre aviso, pues ya había leído sobre esta particularidad del disco en el apartado de reseñas del fanzine barcelonés Mutton Chops pero, o bien no pillé el quid de la cuestión, o bien pasó al rincón del olvido de mi memoria. El caso es que no sirvió para evitarme el súbito desconcierto al ponerlo a girar vuelta y vuelta. Pese a esto, no me arrepiento de la compra, porque este es un disco que no puede faltar en colección Punk que se precie de amor a los sonidos más Pop de la Pérfida Albión.
Tommy & The Commies son un trío de un remoto lugar de la provincia de Ontario, Canada, con militancias múltiples en combos Punk de la región. Destacaremos a los Statues porque, aparte de ser los que conocemos, les disfrutamos en directo hace unos cuantos años ya, y somos así de nostálgicos. Este disco debut recopila dos demos de cuatro temas cada una. No se han partido el lomo, ni van de prolíficos por la vida, esto es así.
La escucha de estos ocho temas en bucle, es una recarga energética que ni zampándote una tableta de Suchard a media tarde. Algo más de 16 minutos de guitarras que juegan, vacilan y dirigen con determinación un cotarro cargado de descargas electrizantes y salvajes sin espacio entre una y otra. Todo lo demás, bajo y batería, están tan en su sitio que no cabe un Do (ni un Mi) más. Tener la fortuna de ver esto en directo tiene que ser un derroche fino de caprichosa adrenalina.
Es evidente (ellos lo reconocen) que la pasión por los acordes británicos de otros tiempos les embargan de emoción y tal, pero yo creo que la producción moderna que gastan les acerca más a unos Exploding Hearts más afilados, más Punk, que a las comparaciones con Buzzcocks y demás. En el tema lírico, lo que alcanzo a entender, camina entre la fina línea que separa el gamberrismo socarrón de la ácida visión de su entorno de ya-no-adolescentes. Muy a favor, por supuesto. ‘Suckin’ In Your 20s’ y ‘Reggie Rocks’ son las que más me gustan, pero en general no hay una ni medio regular, que no arrase de principio a fin con continuos cambios de ritmo imposibles para el relajo.
Más allá de las tremendas canciones, nada. No destaca este disco por sus extras. Ni un mal insert, ni una letra, ni una descarga gratuita para poder grabártelo en un Cd y oírlo en el coche, ni unas palabras de ánimo para los empobrecidos compradores. Nada más que sufridos arbolitos convertidos en cartón. Para exprimir los medios audiovisuales al máximo, os ponemos el pertinente video para que pongáis cara (y peinados de moda) a estos amantes de la ostensible melodía. ¡Aleluya!