Las librerías de viejo son un auténtica caja de sorpresas. En una de ellas me hice, contra todo pronóstico, con este pequeño gran libro. La Banda Trapera del Rio fue un incordio para la sociedad bien pensante de el posfranquismo y la primera democracia; para muchos, uno de los primerísimos estertores Punk que tuvimos por aquí. Su mítico voceras Morfi Grei siempre ha dado la impresión de ser un tipo excesivo e histriónico. Alguien cuyo carácter personal, intuyo, le hizo conseguir cosas en determinado momento, pero que también le jugó muy malas pasadas. Sería curioso averiguar donde termina el personaje y empieza la persona, o viceversa (dicho sea todo esto desde el aprecio).
Morfi se desquitó en 2012 con este librito, que es en realidad una curiosa amalgama de micro-relatos donde caben reflexiones, alguna letra de canción y paranoias varias, acompañadas de las fotografías de cincuenta personajes del más variado pelaje que han entablado amistad con él a lo largo de su accidentada trayectoria. A modo de prólogo múltiple nos encontramos en las primeras páginas con la impresión de un viejo colega que, además, es dramaturgo: Daniel Arasanz, el director del documental que narra las andanzas de su grupo. También otra de las realizadoras del documental nos va metiendo en harina sobre a quién nos vamos a encontrar en las próximas páginas, y lo que ha significado para ellos.

En poco menos de un centenar de páginas nos topamos con truculentas historietas pobladas por personajes callejeros con un gusto por la sordidez que reflejan el interés de Morfi por Lou Reed (del que es gran admirador). Un mundo muy peculiar que en gran medida muestra de manera subjetiva las vivencias que el menda lleva tras de sí. El elenco de amigos que aportan las imágenes es impresionante y de lo mas variado: Bigas Luna, Toni Miro, Javier Mariscal, Fermín Muguruza, Manuel Huerga, Javier Montesol, Salvador Costa o Jordi Rocosa, entre muchos otros… Pero por encima de todas, la impagable foto del propio autor casándose por la Iglesia. Todo ello acompañado de una banda sonora cuanto menos curiosa, muy alejada de su estilo personal al que nos tiene acostumbrados, pero al mismo tiempo original. Quizá en la línea de su disco en solitario «Cielos Movedizos»
Como epitafio (que no epílogo) tenemos al muy polémico Ramón de España que nos cuenta brevemente como conoció al Morfi en la Barcelona underground de finales de los 70, y lo que la Trapera supuso para su generación, así como la relación entre los dos a lo largo del tiempo.
¡Ciutat podrida!
S. Boy