Se Lo Que Hicisteis En El Último Concierto. Otoño 2018.

Parece que con la llegada del otoño volvemos a tener cierto tráfico de conciertos de interés en la capital. Y parece que los que están ya anunciados para rematar la temporada (Coathangers, Uranium Club, Airbag…) prometen ser también muy interesantes. Esperemos que no decaiga.

 

Sete Star Sept + Brutal Blues + Rageous Intent. 18 septiembre 2018. Wurlitzer Ballroom.

Lo cierto es que el Grind Core en pequeñas dosis me resulta entretenido, pero desayunarlo todos los días me acaba provocando indigestión. Así que como no es algo que suela desayunar, ni merendar, ni cenar, me aventuré a ir, dispuesto a pasar un buen rato; atraído, por supuesto por el revuelo que han levantado Sete Star Sept y porque las propuestas no eran del todo ortodoxas.

Rageouos Intent, la banda local, se mostraron vigorosos, competentes y se puede decir que hasta profesionales. Muy eficientes e increíblemente eficaces. Demasiado de libro, quizás, pero me imagino que es lo que buscan.

Brutal Blues, desde Noruega, se apartaron de la ortodoxia. Una propuesta mucho más original que abarca no solo un sonido personal si no todo un idioma inventado, se supone que alienígena o vaya usted a saber. Idioma que no se limita solo a la fonética si no que también se acompaña de una escritura (se puede ver en el disco), una especie de runas alienígenas. La cosa es que los dos noruegos se bastaron ellos dos solitos para dejarnos con el culo torcido. Ritmos cortos, muy locos y matemáticamente ejecutados con un pie en el género pero con el otro cerca de propuestas similares a la de Locust. Brutalidad y guturalidad marciana que subrayaba su origen extraterrestre con una maquinita que iba lanzando sonidos retrofuturistas de ciencia ficción. Muy pocas veces se ve algo tan bestia y tan certero que además sea una puta locura. Algo muy serio.

Sete Star Sept también son un dúo de Grind y también están muy locos y hacen un ruido espantoso; lo que pasa que son mucho más viscerales que matemáticos. Y no es que el batería no sea súper certero y preciso, pero sí tienden inexorablemente mucho más hacia el caos. La parejita japonesa tiene como 30 referencias, algunas en vinilos y otras simplemente en CD-R, con eso te puedes hacer idea de qué va el rollo, ¿no? Se tiran un pedo, lo graban y ya tienen nuevo disco, jajaja. No, en serio, practican un Noise destroza oídos, con endiablados ritmos de batería, una guitarra tan distorsionada que casi da un poco igual que notas toque y una voz femenina gutural salida del puto averno que quiere devorarte y vomitarte a la vez. El concierto fue una locura y llegó a su punto álgido cuando ella dejó la guitarra y se limitó a gritar y hacer el (la) cabra solo sobre la base de la batería. Acabaron exhaustos y no parecía que muy contentos con el resultado. Igual se equivocaron en algunos temas, pero el nivel de cacofonía era tal que no nos dimos cuenta, la verdad. Me pillé un LP muy bonito, con un ciervo, que traían y lo cierto es que es duro de escuchar en casa, pero está de puta madre para asustar a las visitas y desde luego, en concierto, son la puta polla. Tienes que verlos.

 

Warmduscher

 

Warmduscher. 21 septiembre 2018. Siroco.

Conciertazo del que nos enteramos a última hora y, la verdad, fue un sorpresón ya que no conocíamos al grupo. No voy a hablar de los teloneros y creo que les hago un favor si no doy ni el nombre porque realmente fue algo espantoso. Y no porque tocaran mal (que eso me gusta), si no porque llevaban un rollo indie bastante vomitivo. Eso sí, la guitarra sonaba de puta madre.

Warmduscher son un sexteto (aunque creo recordar que vinieron solo 5) y el grupo de entretenimiento de gente de Fat White Family, Chilhood, Paranoid y algún que otro grupo londinense. Siempre se habla de “supergrupo” cuando hay estrellas de otras bandas importantes en la formación, pero yo prefiero llamar a las cosas por su nombre, como habréis visto: “grupo de entretenimiento”. Lo que no implica necesariamente que tenga que ser una broma o algo efímero (ya llevan dos discos). De hecho, me atraparon desde el minuto cero y me resultaron superentretenidos (además de excelentes músicos) a pesar de cada canción era de un palo diferente.

El cantante y guitarrista, supuestamente el líder, llevaba unas pintas de predicar tejano bastante curiosas, pero realmente toda la atención se la llevaba la “mascota”, el segundo cantante (que cantaba poco y se dedicaba más bien a hacer algún ruidito ocasional con una maquinita que cabía en la palma de su mano y a bailar de manera muy graciosa). Un señor ya mayor con un gran parecido a Enrique Pastor (La Que Se Avecina) y sin ningún tipo de complejos. Al final de la actuación ni se dio cuenta de que su maquinita se había desenchufado… Un miembro del grupo tan prescindible en lo musical como imprescindible sobre las tablas. Hipnótico. Me declaro fan desde ya.

En cierto sentido me recordaron un poco a sus compatriotas Duds, que nos visitaron hace unos meses, porque llevaban ese rollo Post Punk que tira a lo experimental con gente joven (los otros miembros del grupos sí eran jóvenes) muy creativa y muy solvente con sus instrumentos. Gente que sabe que a veces “menos es más” y que sabe no salirse de su parcela para conseguir un producto de factura extraordinaria.

Pero van bastante más allá del mero Post Punk, de vez en cuando recurren al RNR pantanoso o al Surf para, al minuto, flirtear con el Hip Hop, la música de baile o conseguir un efecto en la voz muy del estilo de Front 242.

Serios pero a la vez muy divertidos y arrolladores. Gran concierto.

 

Patsy

 

Patsy. 26 septiembre 2018. Wurlitzer Ballroom.

Así como quien no quiere la cosa, de repente, se anuncia un buen día que vienen a tocar Patsy. Y así, como quien no quiere la cosa, todos los fans del grupo de Madrid (los 14!!!!), y algunos un poco menos fans y otros curiosos, decidimos plantarnos allí un miércoles a las 8 de la tarde. Mala fecha, entre semana, y a un horario poco habitual (después había otro concierto en la sala ya en horario normal), pero conseguimos ser unas 30/40 personas según mis cálculos.

Y es una lástima que este tipo de conciertos suelan ser entre semana, conciertos de grupos de fuera que realmente están haciendo cosas interesantes y no las putas reuniones de viejas glorias o los grupetes de revival/naftalina/másdelomismo, que siempre suelen caer en fin de semana. Sobre todo los eventos que organiza Madrid Vaya Pastel (Lumpy and the Dumpers, S.H.I.T, o este mismo de Patsy), que caen en lunes, domingo, miércoles…

Vale, tampoco es que sean muy conocidos y que tengan mogollón de fans en la ciudad, pero estoy convencido de que iría más gente a verles si tocan un viernes o un sábado. Puede que hasta se doblase la asistencia.

En fin. Vamos al grano. Conocí a Patsy por casualidad al pillarme un single en un concierto de otro grupo, no recuerdo ahora cuál. Venía avalado por Total Punk y mi amigo Jorge me confirmó que estaban de puta madre. Y así fue. Me flipan los dos singles que sacaron para esa etiqueta. Sus primeros trabajos, bastante ruidosos, caóticos y agresivos. Después LVEUM les echó el ojo y les sacó el LP (mini). También está muy bien, pero creo que pierden no solo en nivel de ruido y caos, también en agresividad: se vuelven un poco más Pop, aunque siguen siendo bastante Punk.

Pues bien, en el concierto tocaron su repertorio basado en esos tres vinilos (no tienen más) y me pasó lo mismo que con los discos. Cuando abordaban un tema de los primeros singles, como por ejemplo el ya clásico ‘Eat It’, me fliparon, y cuando tocaban los temas más calmados del LP me aburrieron un poco. Pensé que en directo sonaría todo más como los primeros temas, pero no fue así. Empezaron algo flojos, y con pocos ánimos, además interpretando temas de su último trabajo, y poco a poco se fueron animando para acabar muy alto interpretando sus temas más salvajes.

Faltó algo de entusiasmo por parte del público y para ser un concierto tan corto (no me quejaré nunca de eso) creo que podrían haber mantenido el nivel del final desde el principio y habernos hecho un poco más felices. Aun así, el concierto lo sitúo muy por encima de la media. Buen show.

 

 

MadCulo. 27,28 y 29 septiembre 2018. Fotomatón.

Pues los “chavales” de Jovenalia elegimos el peor fin de semana para organizar nuestro festival respuesta al MadCool. Un festival madrileño de la cabeza a los pies y un puñetazo de mosquito en la cara de las grandes corporaciones que mueven millones y se creen que mandan en todo el panorama musical. Pero una aldea poblada por irreductibles galos bla bla bla

La cosa es que al principio parecía una buena fecha, la última semana de septiembre, luego, poco a poco, nos fuimos dando cuenta de que coincidía con una decena (no exagero) de conciertos que eran competencia directa y una veintena de ellos no tan directa. Es lo malo (y lo bueno) de Madrid, que a veces coincide todo. No obstante pudimos salvar la situación y, al final, aunque no llenamos la sala, conseguimos que viniese gente más que suficiente y pudimos pagar a los grupos.

Me voy a limitar a un par de frases telegráficas para cada actuación porque si no esto puede ser eterno (tocaron 10 grupos).

TzeTze. El dúo, apurando su título de “nuevo grupo sensación” (ya llevan unos meses y les debe quedar poco) atronó con sus ritmos bailables, rarunos y sus live loopings espectaculares.

Capitán Entresijos. Más Hardcore que nunca, demostró estar en perfecta forma y chuleó de lo lindo. Muy Punk.

Mind Disaster. Melodías Punk Pop de ayer y hoy, siempre certeras, en el enésimo grupo de Juanillo Bit Of. Aprueban con nota.

Bluf. Creo que dimos nuestro mejor concierto (era el tercero) hasta la fecha en un recital de Neo Punk. “No está roto, es así”.

LCDD. Esta vez en formación de trío, pasaron del ambient introspectivo a la estridencia con su cada vez más nutrida colección de juguetes, convenciendo incluso a los profanos.

Chill. Si mezclas juventud con echarle ganas con pintas con Glam Rock y con actitud solo funciona si te lo crees. Ellos se lo creen y mucho.

Super Busty Samurai Monkey. Sara, aún con fiebre, sigue reinando sobre su escenario Nintendo.

Toro Zamora. Su propuesta única de Synth Pop de tintes marcianos cada vez más afianzada sobre las tablas. Una lástima que quizás haya sido su penúltimo concierto (el supuestamente último lo dieron una semana después)

Fueu. Novísima banda de Post Punk que aboga por la simplicidad, el casticismo y la desnuda rotundidad más que por imitar a los de siempre.

Elias e Ignacio. Para sustituir a última hora a Fario, que se cayeron del cartel, apostamos por una banda totalmente opuesta: humor, desparpajo, pluma y Electro Pop.

Mil gracias a todos los que os pasasteis y/o nos apoyasteis de algún modo.

 

Escape_Ism. 30 septiembre 2018. Wurlitzer Ballroom.

También en esta ocasión me voy ahorrar dar el nombre del telonero porque me pareció una mierda muy gorda. Y eso que otros proyectos suyos no me desagradan en absoluto, pero este rollito cantautor me parece terrible.

Bueno, la cosa es que el fin de semana de la muerte, la semana de la muerte más bien, la semana con más conciertos de interés del año en Madrid, se cerraba con el nuevo grupo en solitario (bueno, ayudado por una chica de vez en cuando, una especie de “ayudante del mago”) de Ian Svenonius (Nation os Ulysses, Chain, and the Gang, The Make Up…): Escape-ism.

El tío volvió a demostrar que, además de ser un genio y de tener una voz prodigiosa, es un animal de escenario, un frontman como pocos, un fuera de serie y así podríamos seguir hasta el infinito. La verdad es que mereció la pena vencer el cansancio de toda la semana, aguantar al telonero y acostarse más tarde de lo previsto.

Con dos discos en su haber, Ian nos presentó una muestra de canciones de ambos LPs en donde nos enseña que aún es posible hacer algo nuevo, original, fresco y huir de lo de siempre. Pese a que es inevitable que se cuelen sus múltiples influencias y que nos suene de vez en cuando a otros proyectos suyos. Además de cantar de puta madre, hacerse el chistoso a la vez que la estrella de Rock (y salir bien parado), nos demostró que, pese a tocarla solo para meter arreglos y sin soltar el micro de la mano derecha, la guitarra es también su potente aliada. Esos punteillos raquíticos, ese menos es más, pero a la vez esa originalidad y agresividad casi de navaja, fueron sencillamente una puta pasada.

Puedes llamarlo RNR, Post Punk, Post RNR, o como mierdas quieras, porque posiblemente te equivoques y a la vez aciertes. Este señor es único y pese a que nunca he sido muy fan (solo de Nation of Ulysses) me declaro desde ahora ultra fan. Al menos de Escape-ism.

 

Soft Moon + Whispering Sons. 11 octubre 2018. Copérnico.

Sin lugar a dudas el concierto más caro al que he ido nunca. De entrada costaba 24 euros, que ya me parece caro, pero es que me timaron en una puta web de entradas y la broma me salió por mucho más. Encima no hay manera de reclamar nada porque se refugian en vacíos legales y otras mierdas. No compréis nunca en Viagogo. Los hijos de puta están muy bien posicionados en Google y muchas veces te salen los primeros, y si vas con prisas y no estás acostumbrado a que te timen, te acaban engañando. En fin, no voy a contar toda la movida, pero fijaos siempre bien que los que os timan sean Ticketmaster, Ticketea y los habituales (que ya timan bastante con los gastos de gestión, ¿qué gestión si lo hago todo yo?). Estos al menos no inflan el precio de las entradas y las comisiones no son tan desorbitadas.

Pues, bastante cabreado, la verdad es que no tenía ganas de ver a los teloneros, pero al final me acabaron entrando bastante bien y lo disfruté. Whispering Sons no descubren nada nuevo, maman mucho de The Mission y, sobre todo, de Sisters of Mercy, pero es cierto que al ser la cantante una chica, la cosa cambia y no se trata del típico grupo imitador sin más. Y eso que tampoco tenía una voz especialmente femenina, pero el matriz ahí estaba. De hecho la vocalista demostró defenderse muy bien tanto en las partes más rasgadas y agresivas como en las partes más calmadas.

Me quedé con ganas de ver un concierto entero de Soft Moon cuando, hace un par de años, vinieron al Get Mad y me tuve que marchar a la mitad para poder ver en otra sala a las Nots. Por supuesto no me arrepentí ya que las Nots me molan mil veces más, pero me estaban gustando bastante Soft Moon y me fastidió un poco tener que marcharme a la carrera.

Bueno, pues en vista de que me timaron y de que el concierto se me hizo larguísimo, más me hubiese valido quedarme con el recuerdo del Get Mad. Empezaron de una manera bastante horrible, en plan batucada, con el cantante y líder (y único superviviente de la banda original) tocando sobre la batería un cubo de basura de metal. Algo bastante desagradable no solo por el sonido si no porque me parecía que no pegaba nada y tardabas un buen rato en acostumbrarte y cogerle el tranquillo. Por desgracia de vez en cuando se marcaba otra batucada de esas de mierda, a veces con tamborcitos jipis de esos. ¿No le bastaba con una puta vez? ¿Tenía que demostrar que sabía tocar la batería también? Y eso que el batería, el de verdad, era una puta máquina y lo hizo todo perfecto, tanto en la batería analógica como en la digital. En serio, no hay necesidad de sumar más percusión a algo que ya es perfecto.

Tamboradas aparte, el resto de los temas me gustaron bastante. Sobre todo por la originalidad desplegada y porque cada canción era distinta a la anterior. Vamos que no son el típico grupo de Post Punk, Shoegaze y/o Cold Wave al uso que se limitan a repetir una canción mientras ponen cara triste. Son mucho más ricos en matices, más abiertos y definitivamente más cañeros que la mayoría cuando quieren ser cañeros. A veces se ponían más industriales, a veces me sonaban a Suicide, otras veces a Jesus and Mary Chain, a veces a algo de Love and Rockets, a veces (esto es lo que más me gustó), cuando se ponía en plan raruno minimalista, a Primitive Calculators… Pero todo ello bañado por un estilo personal, quizás demasiado ecléctico y que pretende abarcar demasiado, pero ahí está el sello de la casa, fundamental para que no parezcan un recopilatorio de bandas en lugar de una sola.

Son muy buenos y en directo se manejan con una soltura increíble (al menos esta formación), pero el rollo de los tamborcitos y el hecho de que tocasen tanto tiempo acabó por aburrirme. Hubiese firmado un concierto la mitad de largo y sin las canciones de percusión tipo Mayumaná.

 

Bronco Libre + La Vase. 5 noviembre 2018. Wurlitzer Ballroom.

Un lunes, dos grupos alemanes desconocidos en el Wurli, como era de esperar: no más de 30 personas. La verdad es que da mucha pereza salir de casa un lunes, pero en casos como este merece la pena. Y no solo por apoyar la escena, que la verdad es que muchas veces necesita un buen empujón con este panorama tan fragmentado, también porque los grupos molan un huevo.

Lo cierto es que ambos grupos viven en Alemania, pero ambos cantan en francés. Supongo que serán gabachos residentes en Alemania. En cualquier caso, el idioma francés me parece una delicia para el Punk y me gusta más que el alemán.

Llegamos cuando La Vase ya habían empezado, una putada, pero es que nos liamos con el puto aparcamiento en el centro… Me gustaron más que los siguientes, al menos el trozo que pude ver. Punk enérgico, a veces cercano al HC, con poca distorsión en las guitarras agudas y esas melodías con toque melancólico en plan Miscalculations o Rotten Mind; ya sabes esos grupos europeos que siguen un poco la estela de The Vicious. Y la cosa es que queda de puta madre el estilo cantado en francés.

Bronco Libre nos sonaron a todos muy parecidos en el bandcamp, con ese estilo de melodías rápidas y algo tristes y guitarras ligeras, pero lo cierto es que en el concierto se distanciaron musicalmente de sus camaradas, porque sonaban bastante Oi! con la voz tan rasgada del cantante. De hecho el acento francés hacía que sonasen un huevo a Rixe. Por un lado a Rixe y por otro a Nightwatchers (por citar otro grupo francés actual en la línea de melodías-veloces-melancólicas). Pero las comparaciones son odiosas y no me parecieron ni tan buenos como Rixe (les faltaba simplicidad que es lo que da la contundencia) ni tan arrolladores en directo como Nightwatchers. La balanza se inclinó entre los asistentes (sin contar a un puñado de skinheads que claramente fueron a ver a los segundos) por La Vase, sobre todo porque el batería de estos primeros era mucho más creativo. Aun así estuvieron de puta madre también los Bronco. Y ahora, volviendo a escuchar por encima el bandcamp, me suenan igual que en directo, muy Oi!, no sé por qué nos parecieron a todos tan iguales los dos grupos en la primera escucha. Posiblemente porque lo escucharon igual que yo, medio minuto para decidir si el grupo mola o no (llamadme viejo, pero yo los discos los escucho en el tocadiscos). Y lo cierto es que me arrepiento ahora de no haberme pillado el vinilo de estos también, que solo me pillé el de La Vase.

Mgrtn.

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