1-3/11/2018 Funtastic Dracula Carnival (Benidorm)

Un año más me fui para Benidorm y, como siempre, motivado solo por uno de los grupos del cartel, que a mí esto del Garage no es algo que me tire demasiado, pero siempre meten algún grupo Punk que me hace picar, jeje (que si Loli and the Chones, que si New Bomb Turks, que si Teengenerate, que si No Talents…) Y tampoco es que sea muy amigo de las reuniones de viejas glorias, pero desde luego las reuniones de grupos de los 90 son un poquito más dignas que las de grupos de los 70 o de los, ejem, 60. ¿O no?

Este año me hicieron picar con Red Aunts. Me flipan y en los 90 no pasaron por Madrid, así que había que sacarse la espinita. Además este año el festival tenía mucho menos grupos garageros y un cartel definitivamente más orientado al Punk y con más grupos de ahora y menos reuniones de viejas bandas. La pena es que grupos como Scanners o Cyanide Pills me parecen un fraude. Cuando lo hacían los Spits o los Briefs (a finales de los 90) tenía su gracia (y me flipaba, lo reconozco), pero a día de hoy, ponerse a escuchar la fotocopia de la fotocopia de la fotocopia, grupos anodinos que no solo no aportan nada si no que encima me parecen unos impostores, se me antoja que está fuera de lugar. Supongo que con la edad uno se vuelve un viejo cascarrabias. No aguanto las reuniones de dinosaurios pero tampoco aguanto a los grupos de ahora que se limitan hacer revival sin aportar algo mínimamente personal. Además se cayeron del cartel The Living Eyes, con gente de Ausmuteants (eso siempre es una garantía), y fueron sustituidos por Les Lullies que me atufan al 150%. Y para colmo, me fui para la playa con faringitis aguda, en plena ola de frío y hasta arriba de antibióticos… Así que, como comprenderéis no tenía muchas ganas de dar oportunidades a ningún grupo de los que me parecen un fraude, je.

Como novedad este año, el Funtastic número 13 estrenaba sala nueva. Una sala más grande que me gustó bastante (pese al cariño que le tenemos todos al Ovni) y que permite que entre más gente (y no se queden sin entrada tantísimas personas como otros años). Además, la nueva sala gana bastante tanto por la mayor y mejor visibilidad del escenario como por la cantidad de recovecos y niveles que hay en el exterior. Eso sí, sala más grande: más currazo. Como siempre, debo agradecer el esfuerzo titánico de la organización y el empeño que le ponen porque todo el mundo lo pase de puta madre. Ni una pega.

Ya lo llevaba observando un par de años, pero creo que el festival está sufriendo cierta transformación, para mi gusto, positiva. Antes el 80% del público iba vestido de alguna tribu urbana (concretamente eran garageros o eran rockers), pero, poco a poco, y este año más que nunca (quizás porque cabía más gente) se notaba la asistencia de “gente normal”, gente que no es de ninguna tribu urbana. Gente que va con unos vaqueros y un jersey, vamos. Aunque es verdad que igual también había algunos que ni se habían molestado en escuchar a los grupos, gente que no es “del rollo” y venía solo por la fiesta. Aunque creo que eso también es positivo, por mucho que implique que algún “fan auténtico” pierda su plaza en la pelea por las valiosas y escasas entradas. Al final, una escena tan endogámica resulta una soberana mierda en donde el esnobismo campa a sus anchas con los botines desgastados de tanto tener que hacer/recibir genuflexiones según tu grado en la jerarquía.

Otra ventaja de ello es que también se ve a gente más joven. Porque hace unos años éramos todos unos viejos (de hecho hasta me sentía joven) y aquello parecía un cementerio de elefantes. Ahora somos algo más viejos, sí, y seguimos siendo los mismos, pero al menos se ve gente joven nueva: unos del rollo (hay esperanza aún) y otros simplemente curiosos, que para mí desde luego son también bienvenidos.

Pero vayamos con los conciertos que es lo que importa, aunque para muchos lo realmente importante es ir borracho/drogado los tres días y no enterarse de nada. Es algo que nunca entenderé. Vas a ver a tus grupos favoritos y luego ni te enteras de qué están tocando o te pierdes el concierto porque llevas un globo de órdago. Pero vamos, que eso pasa en el Funtastic y en todas partes. A los chavales de 15 y a los de 50…

El jueves, además de las Red Aunts, tocaban también Sinister Six. También era fan de ellos en los 90, aunque tampoco estaban entre mis favoritos. Por algo sacaban disco en Empty o Get Hip y no en Crypt, ejem. Pero lo cierto es que los chavales (cuando eran chavales) supieron sacarle el jugo al sonido de la época y supieron firmar un primer disco bastante bueno (pese a la engañosa portada en la que salía un grupo de chicas 60’s) cuya foto podría colocarse en un diccionario junto al término “Garage Punk RNR noventero de libro”. Le daban a todo, o mejor dicho lo mezclaban todo sin fisuras y con óptimos resultados, en aquella época en que las tres escenas estaban aún unidas y no existían tantas rivalidades. Durante su actuación en el Funtastic consiguieron emular perfectamente el sonido de la época y devolvernos por unos minutos a la primera mitad de los deliciosos 90. Eso sí, sustituyendo las melenitas que lucían por la calvicie, que el tiempo no perdona.

 

Red Aunts (Foto: Daniel Pinillos)

 

También nos devolvieron a esa época las Red Aunts pese a que ellas estaban también irreconocibles. No ayudaban los terroríficos disfraces de Halloween, pero… ¿os acordáis de la guitarrista morenita sexy? Bueno, pues ahora es una señora con un poco de sobrepeso. ¿Y la bajista rubia? Ahora es la típica abuela-joven que te encuentras en la cola de las verduras en el súper. Lo cierto es que no esperaba una metamorfosis tan brutal, ya que para mí los 90 siguen siendo ayer y me parece que no ha pasado tanto tiempo. ¿O sí? Cuando pude apartar la mirada de ellas y fijarme en la otra guitarrista y en la batería (no estoy seguro de si esta última es la original porque realmente parecía muy joven), volví a pensar que los 90 fueron ayer. Qué susto… Pero fue solo medio minuto de alivio porque según a que miembro de la banda mirase cambié de idea como una veintena de veces.

Y, no, no cuento todo esto para burlarme de nadie, ni tampoco porque esté en contra de la gente vieja, de los calvos o de los gordos (que no lo estoy) o en contra de las reuniones de viejos cantando canciones de jóvenes; después de todo gran parte del público es igual de viejo o más. No estoy en contra de reuniones para un día, para un festival en concreto, por una buena causa o para una ocasión especial, estoy en contra de las reuniones que se convierten en “el regreso” de la banda y los grupos (que tuvieron su momento) deciden volver a los escenarios para quedarse, lo que hace que los grupos de ahora queden eclipsados por los “originales” y no puedan sacarle todo su partido a su momento, que es ahora. Pero me voy por las ramas, cuento lo del aspecto físico porque realmente me impresionó. Porque los 90 fueron ayer, pero en el fondo han pasado casi 30 años. Joder. Da vértigo asomarse a ese abismo.

Bueno, pajas aparte, sigamos con la actuación de las Red Aunts. Tocaron un set bastante repartidito y demostraron no solo saberse sus canciones (que ya es mucho) si no hacerlo con desenvoltura y gracia. Me faltó algún tema, pero lo cierto es que tocaron casi todos los hits y pudimos comprobar que, aquí sí, fuesen o no ayer los 90, pueden pasar los años, que los temas de estas tías siguen teniendo la misma vigencia que entonces. Su sencillez, a veces real, a veces solo aparente, sigue igual de fresca. Sus ritmos y sus riffs tan infantiles unos como malintencionados otros siguen siendo rompedores. Y la fuerza de sus voces sigue martilleando nuestras cabezas con los ecos de aquellos maravillosos 90 en donde el Punk lo reinventaron los grupos femeninos ya fuesen del rollito Riot Grrrl o no. Genios muchas de ellas, la mayoría de las veces muy poco reivindicadas.

No puedo dejar de mencionar la obsesión del Conde Zaremba (en su actuación junto a Las Munjitas del Fuzz, que tuvo lugar entre Sinister Six y Red Aunts) con pronunciar el nombre de su grupo de acompañamiento al menos 15 veces en cada canción. Ya sea metiendo morcillas en la letra de las canciones o en los speechs de antes y después de interpretarlas. Si no dijo “Las Munjitas del Fuzz” cien veces, no lo dijo ninguna. Menos mal que compensó diciendo “Funtastic Dracula Carnival” unas 70 veces… Total que al final parecía que todas las canciones eran la primera o la última con tanta presentación. Vaya tío, jajaja.

El viernes llegué tarde a ver a Boyle Heights. Sin duda una de las apuestas más sabias de esta edición. Lo siento.

 

Discipulos De Dionisos (Foto: Daniel Pinillos)

 

Justo cuando llegué estaban tocando Discípulos de Dionisos. La verdad es que este Funtastic creo que ha sido el más noventero (y menos 60’s) de todos. Hacía mogollón que no les veía en directo, y desde aquel dreamteam original, aquel trío de hijos de puta que tantas horas me robó escuchando su primer disco, solo queda en pie Juan, el alma del grupo. Muy bien acompañado, eso sí por unos músicos de pulso firme. Para mí ofrecieron el mejor concierto del festival. Rápidos, contundentes, sin piedad, directos a la yugular, sin coger prisioneros… En tan solo media hora desgranaron una quincena de temas de su discografía que hicieron las delicias de sus seguidores, sobre todo de los del principio, ya que el repertorio se centró en su primera etapa. Poder disfrutar de temazos como Playa nudista, Patatas bravas o Vagina eléctrica a toda caña y comprobar que no necesito volver a repasarme los discos porque las letras se han quedado grabadas a fuego en mi cerebro, fue un auténtico lujo. Como ellos mismos dicen: grupos como DDD solo hay uno y cuando desaparezcan, no habrá ninguno.

Después tocaron Motorgirl, que no es mi rollo para nada pero debo confesar que si lo que te gusta es estar en un bar de carretera entre dos pueblos perdidos del centro de USA y ver a una banda en directo mientras tomas una hamburguesa, creo que esto es lo más parecido que vas a encontrar. Flecos y ramalazos country incluidos.

The Losin’ Streaks son jóvenes, son americanos y están llenos de vitalidad. ¿Qué más quieren? Me gustaron los temas más acelerados pero cuando empezaron a tocar alguno un poquito menos americano y más inglés me retiré a cenar, porque hasta la hora de la actuación de Nancy no tenía intención de tragarme a Miriam Linna (mi máximo respeto por su labor en el RNR, pero su faceta de cantante no es lo mío) ni mucho menos a esa mierda de heavy metal camuflada de Punk que se hacen llamar Radio Birdman que tanto daño han hecho a la escena.

 

Nancy (Foto: Daniel Pinillos)

 

Y llegué de nuevo a la sala al final de la actuación de los Birdman. Los australianos se permitieron el lujo de tocar unos bises y todo ante un público (al César lo que es del César) entregadísimo. No en vano eran los cabeza del cartel de esta edición, ¿no? Bueno, pues casi dormido y muerto de aburrimiento me fui despertando con la actuación de los fresquísimos Nancy. Todos con su impecable bigote y ataviados con capa y calzoncillos sobre las mallas promocionaron, sin saberlo y sin cobrar por ello, la inminente película de Superlópez. Divertidos, vitales, saltarines… Un chorro de aire fresco en la puta cara tras atravesar el desierto australiano anterior. Además tocaron lo que hay que tocar, unos escasos 25 minutos. Lo suficiente como para no aburrir. Me suenan mucho a No Bunny (primera etapa) y a Hunx and his Punx, indudablemente beben de esas mismas fuentes, de Ramones de los 50-60-70’s más americanos, de las melodías chiclosas y de las voces chillonas. Vamos que no aportan nada nuevo, pero desde luego son divertidos y fueron un respiro que agradecimos los menos aficionados a la música pastosa y polvorienta.

Ya dije antes que Les Lullies me horrorizan y, con la garganta hecha un trapo (odio que se pueda fumar dentro de los sitios) decidí quedarme con el recuerdo de cuando vi en los 90 a los Swingin Neckbreakers en Madrid, que cerraban la noche. Después de todo creo que solo venía el cantante y no sé si uno más del grupo original.

El sábado tenía menos grupos que ver en mi lista. Concrétamente dos: Gears y Archie and the Bunkers. Ya dije que los Scanners no me molan. Creo que hay una crítica mía por ahí de su concierto de este año en Madrid si te interesa saber porque me aburren, contra todo pronóstico. Y francamente nunca le encontré la gracia a King Khan fuera de los Spaceshits, y cosas como The Thanes son demasiado jipis para mí.

Los Gears tocaban los segundos. Lo cierto es que me estoy quejando siempre de las reuniones de dinosaurios y tal, pero me ofende un poco que luego pongan a los Gears los segundos, cuando para mí eran los más importantes del día, jajaja. Aunque vete a saber, igual ellos querían tocar prontito para irse a la cama después (a las 8 de la tarde, je). En cualquier caso y es la puta realidad: nadie les conocía. Es lógico que King Khan, al que todos conocen de sobra, cierre la velada.

 

Gears (Foto: Daniel Pinillos)

 

Allí estábamos cuatro personas que nos sabíamos las canciones en primera fila y un montón de curiosos que fueron llegando atraídos por el ruido y decidieron quedarse a bailar los temas. Sin duda este concierto en una sala pequeña y con fans “de verdad” hubiese sido más disfrutable. Aunque también es verdad que tras las últimas malas experiencias con las reuniones de mierda si llegan a tocar en Madrid en una sala pequeña igual ni hubiese ido. Aquí al menos el precio estaba ya incluido en la entrada.

Estos son más viejos que Red Aunts (su disco es de 1980) y era más previsible no reconocerles por las fotos de la portada. Atrás quedaron, qué duda cabe, esos jóvenes petulantes, chulescos, de tupés imposibles, cuerpos esqueléticos y miradas desafiantes. Eso sí, el cantante llevaba un jersey con una calavera (hecha con ganchillo) y unas bambas a juego con sendas calaveras, je.

No entré realmente en calor hasta que tocaron Truddie Truddie y después fueron repartiendo sus éxitos de los 80, sin necesidad de recurrir a las baladas, y mezclando con algún tema que deduzco es de ese disco que sacaron hace poco y que no me pienso pillar por mucho que suene muy potente (que es verdad).

El cantante lo intentó y bailó entre el público y derrochó energía. El público le siguió el rollo encantado de la vida. Pero aquello que me imaginaba, que la gente estaría coreando los estribillos y volviéndose loca, no llego a suceder ni cuando tocaron Let’s go to the beach, ni Don’t be afraid to pogo. Eso sí, unos cuantos se tiraron al suelo a pelearse por unos discos y camisetas que arrojaron al público…

Correctos. Bastante mejores que otras mierdas como la reunión de Crisis y aquí, encima, al menos eran los miembros originales.

 

Archie & The Bunkers (Foto: Daniel Pinillos)

 

Y un par de grupos después salía a escena la banda más joven del festival: Archie and the Bukers. Otra vez mi enhorabuena a la organización por contar este año con tantas bandas nuevas y con gente joven, en lugar de seguir tirando tanto de viejas glorias, que cada vez son más viejas y cada vez que se arrastran sobre un escenario menos glorias. Aunque es verdad que son los monstruos de feria que realmente atraen el público. El debate está servido…

Lo cierto es que al ver a los dos hermanos sobre el escenario y a su padre/manager en primera fila grabándoles en vídeo mientras actúan como estrellas del Rock, uno no pude dejar de pensar en que a estos niños lo que realmente les gusta es el Trap y que aquí están dándole al RNR para que su padre se saque unos dólares. Aunque bueno, la verdad es que los chavales se entregan de lo lindo, dan saltos, se golpean con el micrófono en la cabeza, tocan el teclado con un zapato y, sí… parece que sí… que disfrutan con ello y les gusta. O eso o son muy buenos actores.

Me esperaba también un poco más de pogo (algo de pogo más bien) y que se desatase la locura. Sobre todo después de haberles visto en Madrid y la que liaron entonces. Pero el público parece que acusaba ya los tres días de fiesta sin dormir o puede que no acabasen de conectar al 100% con la banda. Y es que es difícil que un dúo con solo batería y un teclado estridente al borde del desafine pueda conectar con la gente del mismo modo que lo hacen las bandas con formación clásica. Pero yo se lo he visto hacer, sé que sí son capaces de ello.

En cualquier caso dieron un show brillante y posiblemente el más Punk de todos. A mí me gustaron mucho.

Bueno, pues hasta aquí di de sí. Mil gracias nuevamente a Paloma y Varo por hacerlo realidad año tras año.

Mgrtn.

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