
LA INTRODUCCIÓN DE MIERDA QUE SOLO VALE PARA SOLTAR BILIS
Como siempre, voy a ser sincero, no me apetece una mierda meterme en el berenjenal que supone contar la caótica historia de las Slits, pero no me ha quedado otra. Son los efectos del teléfono escacharrado entre el redactor-jefe, de este, su blog amigo, y un servidor. Se supone que iba a escribir esto para el tochaco nostálgico que preparé sobre mis discos favoritos, pero las prisas pudieron más que la calidad (así es el Punk) y el texto de las Slits se quedó tremendamente cojo, ya que Vera lo publicó sin estar terminado. Lo hubiese dejado tal cual pero ni siquiera incluía los yutufs, y ellas no se merecen eso. Es por ello que en vez de un breve artículo de alabanza, me voy a embarcar en un texto que espero no me quede muy ladrillaco, para contar sus aventuras y desventuras.
Entiéndanme, no es que sea un vago, que lo soy, es que aunque me gusten mucho las Slits (bueno, más concretamente su fase punkarra, el resto pues está bien para ir a Ortigueira o al Museo de Antropología, pero no es lo mío), no me llegan las fuerzas y el ánimo para hablar de ellas, máxime cuando desde un par de años atrás hasta ahora, parece ser que se han puesto de “moda”. Bueno, o eso se supone; más bien viejunos de la inteligentzia universitaria de Bellas Artes y demás laboratorios de polladas audiovisuales, se han acordado de repente de ellas por la aclamada biografía de su guitarrista Viv Albertine, y el reciente estreno de un documental sobre su trayectoria.
Estos intelectuales van diciendo que, de nuevo, están de moda, que su mensaje es más actual que nunca, que si la transgresión, que si esto ya no es lo que era y blablablabla… Es lo que tiene estar metidos en una torre de marfil universitaria y vivir en Galapagar, que se pierde el contacto con la realidad, con la calle. Que no se enteran de nada, vamos.
Puede ser que sea yo quien esté alejado de la realidad punkil, pero ostias, del innumerable spam y eventos publicitados punkiles que me llegan, siempre veo grupos jarcoretas, post-punk-melancólicos o todo junto a la vez. En ningún caso veo el menor atisbo de pretender sonar o actuar como las Slits. Es verdad que hay más grupos de chicas pero creo que hay demasiada corrección política, demasiados buenos modales y demasiados tópicos, no sólo entre las chicas, por supuesto; así que no veo el legado ni la influencia de las Slits por ningún lado, porque si por algo se caracterizaban nuestras amigas es por pasar de dogmas, reglas y estereotipos. Si montaron un grupo de chicas fue por casualidad, no porque fuese parte de un plan minuciosamente preparado. Nuestras amigas eran libres, no muñecas teledirigidas por un miserable, como las Runaways. Es por ello que vamos a seguir en la senda de dar la matraca con las Slits, para reivindicar su valentía, su falta de prejuicios, y también su locura y sus chapuzas… ¡¡¡¡claro que si!!!!!
IN THE BEEEEEEEEGIIIIINIIIIIIIINNNNGGGGGG……….
Se suele considerar al Punk como una cosa de blancos de clase obrera. Nada más lejos de la realidad. El Punk desde el comienzo fue una mezcla de edades, bagajes culturales, sexos, clases sociales y mentalidades, por lo menos en su mejor versión: la británica.
Las Slits, quienes estuvieron metidas en esto, desde el principio fueron un claro exponente de este mestizaje.
El germen de la banda fue la unión entre la malagueña Palm Olive, que era de la misma cuadrilla de okupas que Joe Strummer (de quien fue novia) y sus 101´ers, y una adolescente de catorce años, talentosa, valiente y caprichosa de origen alemán, Ari Up, cuya madre Norah es el gran amor de Johnny Rotten.
Palm fue expulsada por Sid Vicious de Flowers of Romance, el grupo que contaba con Viv Albertine, nacida en Australia y futura guitarra de las Slits.
Tras unos primeros ensayos reclutan a Kate Korus a la guitarra y a Suzie Gutzie al bajo. Esta última fue pronto sustituida por Tessa Pollit, que ya hacía sus pinitos en un grupo llamado Castrators, quienes incluso habían llegado a telonear a Generation X en el Roxy.
Fue Kate quien bautizó al grupo como las Slits, ambiguo nombre que hace referencia tanto a las consecuencias de una puñalada como al sitio por donde mean las mujeres, y que encaja como anillo al dedo en el carácter salvaje y aguerrido del cuarteto.

Así se van a presentar en Harsleden, de teloneras de los Clash. Como buen grupo Punk, el concierto fue un amasijo de ruidos, donde cada una de ellas iba a su bola y a menudo tocaban una canción distinta. El momento épico vino cuando a Ari Up le entraron ganas de mear. Puesta en la faena de meter alaridos y con la emoción del momento, no se le ocurrió abandonar el escenario para buscar un excusado, sino que orinó allí mismo, ante la estupefacta mirada de los asistentes. Se cuenta, se dice, que al contrario de chalados mongólicos como GG Allin, Ari no pretendía escandalizar, ni llamar la atención, ni ser la más dura y macarra, simplemente le pareció lo más adecuado, lo más cómodo para una cría con el pavo y sin pudor. Sin comerlo ni beberlo normaliza situaciones socialmente estrambóticas ¡¡MARAVILLOSO!!! ¡¡Ojalá hubiese estado allí!!!

Quien sí estuvo fue Viv Albertine. A esas tempranas alturas, ya toda una veterana de la escena que había visto a los Sex Pistols en 1975, también había sido expulsada de Flowers of Romance por su buen y cabrón amigo Sid Vicious, y era la intermitente pareja de Mick Jones. Viv tocaba la guitarra a su personal y caótico modo, influenciada por el talentoso Keith Levene (también íntimo amigo de Viv). Ambas partes, Viv y el grupo, quedaron encantadas de haberse conocido y ello le costó el puesto a la pobre Kate, en un tónica habitual del grupo de largar sin miramientos a quien no considerasen útil.
Viv se incorporó a la banda justo antes de empezar la mayor gira Punk y, según Edwyn Collins, la más mítica y caótica de la historia de la música: el White Riot Tour.
Como podrán suponer, fue organizada por los Clash para consolidar el exitazo de sus primeros single y LP.
Con nueva guitarrista y teniendo en cuenta que ninguna era virtuosa, cualquier grupo serio, profesional, de esos que siente un profundo respeto por su público, al que muestran su intrincado y atormentado arte, hubiese declinado amablemente la oferta, no sea que recibiesen una crítica negativa. Eso es lo que haría cualquiera de los autodenominados grupos de Punk de nuestros molestos días. O por lo menos la mayoría. Pero por aquéllos tiempos el Punk era intensidad, amateurismo, expresividad y rabia. Lo de menos era la técnica. Ya se aprendería sobre la marcha. Y con esta sana actitud, nuestras amigas se embarcaron en la locura de una gira nacional.
Como entrenamiento para el tour simplemente improvisaron un concierto en un pub de la zona, por medio de irrumpir a la fuerza y echar expeditivamente al grupo de cliches rockeros que andaba tocando en ese momento. Como os podéis imaginar, el concierto-ensayo fue más bien breve y la cosa terminó como el rosario de la aurora.
En dicha gira ocurrió de todo: caos, salvajismo, sillas rotas, multas y el inicio de las desavenencias entre los Clash y los Jam, que terminó con la expulsión de los chicos de Woking.
Además, también fueron invitados Buzzcocks, Subway Sect y los Prefects, junto con nuestras protagonistas (cuando mierdas alguien se dignará a inventar una máquina del tiempo!). Ellas terminaron siendo las más salvajes y gamberras, generando miedo, aversión y extrañeza a unos ciudadanos correctos, normales e hipócritas que no podían entender como andaban esas jóvenes sembrando el caos por ahí, lideradas por una quinceañera que debería de estar en el instituto, en vez de estar haciendo calceta o preparando el té.
Así, tras sortear numerosos problemas con conductores de autobuses, gorilas, encargados de hoteles y machotes acomplejados, lograron finalizar de una pieza la loca gira que les puso en el candelero.
Su inmediata fama, a pesar de no haber grabado una mísera canción, llevó a que Dereck Jarman pensara en ellas para participar en la película que se ha convertido en el paradigma del Punk 77: Jubilee. Aunque en un principio aceptaron, se arrepintieron pronto al no verle mucho sentido al guion. No obstante dieron permiso para que utilizase la escena donde salen que ya había sido filmada. En ella salen destrozando un coche, cumpliendo uno de mis sueños: destruir esa puta máquina infernal, y que vuelva el predominio de las rutas a pata.
En Jubilee, y en la gira Revuelta Blanca, dándolo todo:
Pero volvamos al mágico año. Todo iba muy rápido para nuestras intrépidas muchachas. La notoriedad que habían alcanzado, llevó a que John Peel, que las había visto en el Vortex, les ofreciese grabar para sus míticas sesiones. Allí, una vez más, se encontraron con la incomprensión y rechazo de los moteleros de turno que dominaban y dominan la pedorra industria del ROC. A pesar de su desidia, las Slits plasmaron una salvaje sesión que constituye, junto a sus grabaciones en directo, lo mejor de las rajitas. Fantásticas canciones donde predominan el salvajismo, el amateurismo y el caos, provocando un cóctel delicioso para mis sucias orejas. Nada más voy a decir, corran al yutuf a escucharlo, si es que no lo han hecho antes.
Pero no piensen ustedes que esto fue un fácil y feliz camino al estrellato, con carroza y príncipes azules. Transgredir tiene un precio. La actitud independiente y libre les llevó a serios problemas con la paleta y violenta sociedad de la época. El principal blanco de las iras fue la joven Ari Up, cabeza visible, no solo por ser la cantante, sino por su actitud desenfadada, desafiante a la par que ingenua. Nuestra Ari fue vejada, acuchillada, e incluso violada, por esos malditos malnacidos que poblaban y pueblan las ciudades desarrolladas del primer mundo.

EL PUNK NO ES UNA MÚSICA, ES UNA ACTITUD, ¿O ERA AL REVÉS?
Sin embargo, a pesar de su meteórica carrera, el fin de las Slits punkarras estaba cerca. Ya saben ustedes cómo funciona esto del Punk y lo pronto que se autodestruye o muta en algún coñazo pretencioso. A nuestras amigas les terminó pasando lo mismo.
En fecha tan temprana como 1978, nuestra entrañable compatriota, Palm Olive, empezó a interesarse por todo el petardo ese místico oriental, que ya había convertido anteriormente a los Bitels en un coñazo insufrible. Así, Paloma empezó a faltar cada vez más a los ensayos, cabreando especialmente a Viv, quien exigió su cese a las baquetas. Finalmente fue su amiga Tessa la encargada de echar a Palm de la banda. La simpática malagueña se enroló en otra banda mítica que había surgido inspirada directamente en las Slits, las no menos geniales Raincoats. A ellas también las dejó pronto para iniciar un peregrinaje que la llevó a la fantástica ciudad de Boston, hogar del más mítico equipo de baloncesto. Después del Estudiantes, claro está.
Paloma poniendo en su sitio a los progre-paletos patrios:
Mientras, las Slits siguieron sin prisa pero sin pausa su trayectoria por el mundo de la música. Terminaron fichando por la compañía que ellas querían, Island, conocida por lanzar a Bob Marley y al Reggae en general. Y es que nuestras amigas, como buenas punkis de primera hornada, eran apasionadas de esta música para fumados, y hacia allí iban sus preferencias. Estaba claro que el que iba a ser su primer elepé iba a ser un disco de Reggae en lo fundamental. Quién me conoce bien sabe que a mí eso no me va mucho. No me gustan los porros y esa música solo es bailable si fumas mierda de esa, pero tengo que reconocer que el disco no está mal, hay canciones chulas, raras, atípicas, la portada es de lo mejor de la historia de la música, por rompedora y original, y los vídeos molan, no como las castañas que se hace ahora y se suben al yutuf.
Sin embargo, éstas ya no son mis Slits y supone el principio de su inevitable decadencia hacia el pedantismo plomizo que supone el mestizaje musical.
Pero no adelantemos acontecimientos. De momento seguimos en 1979. Para el disco fichan a Budge, quien luego alcanzaría la fama y el amor con Siouxsie & the Banshees. A partir de aquí no va a haber vuelta atrás. El disco va a tener un razonable éxito y ellas se van a meter cada vez más en el tortuoso y laberíntico mundo del Post-Punk, con ruiditos por aquí, coñazo-Free-Jazz por allá, y petardos multiétnicos de la World Music que ni Lavapiés.
Todas estas cosas, sin duda alguna, son interesantes, pero al staff técnico de la página, la verdad es que le importa un pepino, así que no voy a extenderme mucho.
Tras el disco tuvieron a Bruce Smith, de los Pop Group, como batería estable. Con este grupo iniciaron una relación de afinidad musical y amistad que les llevo a tocar juntos en innumerables ocasiones, y a dejar actuaciones para la posteridad bizarra. Mientras, también terminaron contando con la colaboración de Neneh Cherry en una mastodóntica gira con ídolos acabados del maldito Free Jazz.
Y así, entre jinkana y concierto, músicas raras y aventuras varias, en el panorama musical británico las aguas iban volviendo a su cauce tras el terremoto Punk. Con la nueva década, hortera por excelencia, se impone el pasteleo máximo del Techno-Pop y los nuevos románticos, por un lado, y por otro, la basura despreciable del Heavy Metal. Nuestras amigas se quedan sin espacio y en 1981, sin comerlo ni beberlo y sin previo aviso, las largan de Island,
Terminaron fichando por la multinacional CBS y les dará para sacar un nuevo LP que pasó sin pena ni gloria, “The Return of Giant Slits”. Lo dicho: era el tiempo para Enolas Gays y Wild Boys. Los experimentos raros, mejor para el Quimicefa.
El sonido canallita de Lavapiés, a punto de nacer:
En medio de este desalentador contexto, a Ari le dio la ventolera y sin previo aviso dio por finiquitadas a las Slits, dando su último concierto en diciembre de 1981. Entre la indiferencia de su líder, se acabó la andadura de una de las bandas más importantes de la historia de la música popular. Acto seguido, Tessa se intentó suicidar. No se aclara si por el disgusto de la disolución o por mal de amores. Afortunadamente consiguió recuperarse tanto físicamente como mentalmente.
LLEGO EL FINAL: NO HAY VIDA DESPUÉS DEL PUNK
Viv y Tessa desaparecieron del panorama musical. Las aventuras y desventuras de Viv las podéis conocer en el fantástico libro autobiográfico que tan buena prensa ha cosechado. Mientras, Ari Up profundizó en la cultura rastafari y el jipismo en general, para desesperación del bueno de Johnny Rotten, que junto a su parienta (recordad, la mama de Ari) se pasó a ocupar de sus hijos.
Con el nuevo siglo a Ari le picó el gusanillo, o los piojos, no lo sabemos bien, y para el final de la década pasada reformó a las Slits, contando con Tessa y unas cuantas pijas-progres universitarias yanquis, al más puro estilo extras de Buffy Cazavampiros (por cierto, la mejor serie de los 90. Algún día deberímos hablar de la relación de Buffy con el Punk, sus camisetas de los Pistols, Clash e incluso Eater!!!, el bueno de Spike, el vampiro mitad Sid Vicious, mitad Bily Idol, etc…)
Con esta nueva formación sacaron disco, se embarcaron en vastas giras, y dieron conciertos en macrofestivales. Supuso el canto de cisne para Ari Up, cuya vida se iba extinguiendo por culpa de un maldito cáncer. Así, nuestra heroína quiso despedirse como bien merece.
Servidor de ustedes, por esa época, daba la brasa con la oportunidad de traerlas a nuestra opresora capital del estado, pero ustedes ya saben que la punkarrada local no es muy aficionada al rigi, así que la cosa no prosperó.
La muerte de su carismática líder fue el definitivo fin de las Slits. Sin embargo, ahora parece que son más reivindicadas que nunca, tanto en nuestra mierda de país como en las otras mierdas de países, incluida la Pérfida Albión. Documentales, libros, charlas-debate de puretas, programas de tele, espectaculares apariciones en Españoles Por el Mundo y una admirada carrera en solitario de Viv. Como pasa siempre, todo son parabienes para las pioneras una vez su mensaje se ha domesticado y asimilado. Por desgracia eso es lo que le viene pasando al Punk. El día que se dedicó un monográfico al marginado Rock Radical Vasco en la televisión pública del Partido Popular, podemos decir que fue el día en que el Punk murió, y no cuando los Clash ficharon por la CBS como pregonaba Mark Perry. Pero que eso no os impida seguir al pie del cañón, alguien tendrá que hacer frente a toda la basura rapera. Sigamos haciendo del Punk una amenaza, y no una asignatura de Bellas Artes o Sociología. Recordad: Cada uno de vosotros debería de ser una bomba H en potencia y no un jodido maniquí. No os abandonéis en un año.