Si hay una cosa cierta en esta alocada vida, es que Vigilante Gitano se enfrentaban a todo un desafío, intentando plasmar en un disco de larga duración la turbulenta farra que se vive en cualquiera de sus directos. Esto lo comento, porque a la hora de disponerme a reseñar el disco de estos galgos, que proceden de legendaria casta, viene a mi memoria la presentación de este Lp hace unos meses con uno de los conciertos que, en palabras de quienes saben de lo que hablan, mejor han sonado en toda esa temporada pasada. Un brutal sonido, cohesionado y impresionante, que invadía el espacio que los incondicionales luchábamos por ocupar, peleando con la descuajeringada presencia del Proxe y el resto de la banda desbordando el escenario.
El disco en sí mismo, para no andar con más preámbulos, es gloria bendita, pero a gran formato. Yo no sé si hay innovación musical respecto a anteriores trabajos, o mayor virtuosismo en las composiciones, pero mi oído de corchopan aprecia cambios de ritmos más frecuentes y registros más variados. Lo cuál es lógico (y de agradecer), por el evidente hecho de que hay más canciones que en un Ep. Los dos temas que cierran ambas caras si puedo decir que me descolocaron a la primera escucha, alterando un poco mis sentidos. Después, con más tiempo, he aprendido a disfrutar de ese acercamiento al intimismo lírico y a los medios tiempos. Pero… ¿se está haciendo emo el Vigilante Gitano?¿Puede haber algo más esperpéntico que un gitano emo? Haya paz, que esta la cosa caliente. El tiempo responderá algunas de nuestras preguntas.
Lo que sigue siendo un valor seguro son las letras crípticas e irreverentes declamadas por esa voz histriónica que tanto nos excita en esta redacción. Es todo un juego de profundo entretenimiento intentar descubrir quién será el cantante de referencia que tendrá el Proxe en ese momento en su cabeza. Como sea, la mezcla de casticismo y amor a los clásicos que se unen en sus cuerdas vocales, encajan a la perfección con las melodías que rasgan sus compinches, ya se revolucionen como en ‘No me sale’ o ‘El año del Engaño’, mis preferidas, o se hinchen a Trankimacines como en ‘Descompresión’. Otro hecho maravilloso es poder berrear a dolor el ‘Hate The Police’ de The Dicks, gracias a su «adaptación» al castellano. Bravo.
El arte del disco, a cargo de Pato, en modo collage, junto a recortables para niños y mayores, es lo que termina de redondear esta magna obra. No sé que más puedo decir. Compradlo rápido.
Volviendo al concierto que mencionaba al principio, al final del mismo pude hablar con Pablo Rumble, en lo que despachaba copias del disco a diestro y siniestro, que me confirmó que esta, y quizá alguna última referencia, serían las que pusiesen punto y final a su sello, Rumble Records. Todo tiene un final. Desde aquí agradecemos el apoyo que tuvimos de su parte en alguna ocasión para alguno de nuestros proyectos, y todo el trabajo aportado en los numerosos años que ha durado la aventura. ¡Larga vida a los sellos diy, que florecen sin proyección ninguna de futuro y están destinados a agonizar en el olvido!
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