Nuestro corresponsal a pie de calle sigue recorriendo infatigable los polígonos y arrabales de nuestra ciudad para ver cómo la juventud hace uso de las artes gráficas que Jesucristo puso a su disposición al morir en la cruz. En estos tiempos turbulentos (¡y los que vendrán!) predomina el rojo sangre. Ese rojo que gotea por las extremidades de figuras y paredes, deseosas todas de resucitar en un momento de la historia que no les avasalle con pantallas táctiles y alertas de mensaje. El rojo del fuego que estalla en el fragor de la batalla y da color a banderas y banderines.
Pero no nos distraigamos… ¡La juventud respira Punk! Pero, ¿qué Punk? Como llevamos observando desde hace 40 años, esa respiración es asi como de medio lado, cojitranca y torcida. Una respiración dificultosa entorpecida por las novedades que la sociedad le brinda. Una respiración que pierde su razón de ser y se diluye entre muchas respiraciones, como si estuviera en la hora punta de un metro a punto de reventar. Las mentes del Punk cada día están más bobas, y sus apariciones sugieren algo confuso pero desechable. Si ya no sabes a quién seguir, coge la puerta y márchate.