Las celebraciones de San Isidro han traido un carrusel de emociones musicales al pueblo de Madrid. Aunque seáis paganos, ateos o adventistas del séptimo día, un festivo es un festivo, y una fiesta no puede amargar a ningún hijo de la clase obrera. Por mi parte al único Isidro que saludo es a un recio castellano que vive actualmente en una ciudad portuaria británica, y que no creo ni que llegue a leer estas líneas.
Hay quién se queja de que en estas fechas a los grandes escenarios a pie de calle no llegan más que propuestas masivas. Y realmente asquerosas, añado. Pero es que no creo que se trate de otra cosa más que de satisfacer a esa mayoría silenciosa y con criterío músical prácticamente nulo, que lo mismo canturrea composiciones de cantautores pastosos que agita el puño al viento con el último grupo de Rock ligero y sin personalidad. Si amas el Punk es complicado que te veas representado, pero eso ni es una novedad, ni entiendo que le quite el sueño a nadie. En el marco del ciclo Madrid Circuito Independiente para San Isidro 2016, la asociación de salas La Noche en Vivo, con el patrocinio del Ayuntamiento, proponian una serie de conciertos gratuitos en diferentes locales de la ciudad. También mierda, en su mayoría. Minoritaria si, pero mierda sin interés para cualquier lector decente de este blog. No es que me parezca genial que empresarios y administración sean quiénes gestionen y subvencionen el ocio que me gusta, pero ante la inexistencia de mejores iniciativas, tampoco creo que haya derecho a quejarse.
Afortunadamente, compitiendo duramente con Obús o Nacho Vegas, el domingo tuvimos la oportunidad de ver dos bandas con un directo que dió mucho mucho juego. Gracias a Folc Records las vimos en una de las pequeñas salas habituales que es donde apetece ver bandas asi. Y para ser honesto, ante la media entrada que hubo (siendo gratis y vispera de festivo), ni me quiero imaginar la desoladora estampa que sería verlas tocar en uno de los enormes escenarios oficiales, como la Plaza Mayor o la pradera de S. Isidro.
Juana Chicharro nunca defraudan. La última vez que les vi fue un semiacústico y, aunque mucho más apto para el lucimiento del poderío vocal de Joana, yo prefiero la gracia de la electricidad aplicada a la música, no voy a engañaros. El grupo, desde que empezara hace una pila de años, ha ido dejando su vertiente compositiva más salvaje y parece que los temas nuevos estan más cuidados y son algo más lentos. Aun así sigue siendo una gozada oír clásicos como «El Bulevar», «Dejad de chutaros» o «Me pico en la vena». Además, el que de un tiempo a esta parte esten tocando con bastante frecuencia, también añade un nivel de compenetración extra. Aunque desparpajo y picardía tampoco les ha faltado nunca. Aqui un video que merece la pena recuperar.
La siguiente banda eran una pareja de hermanos adolescentes venidos de Ohio, Archie & The Bunkers. Era la primera vez que oía de ellos pero la única combinación de batería y teclado, junto a unos vídeos interpretando clásicos del Punk Rock americano, eran motivo suficiente para asomarse a su prometedor directo. Lo cierto es que su juventud intimidaba. Era posible que, en otros tiempos, no tuviesen ni la edad necesaria para entrar en la sala. Abrieron con «Neat, Neat, Neat», garantía para ganarse al público desde el principio. La energía y la intensidad que desprendieron durante toda la actuación fue impresionante y todo el mundo parecía extasiado ante ellos. No eché en falta el resto de instrumentos porque la velocidad que marcaba el teclado no daba tregua para pensar mucho. También sería justo reconocer que las influencias de estos chicos van más allá del Punk, aunque su manera frenética de tocar hace que sea a este género al que más se aproximan. Entrañables sus interpelaciones en castellano, por cierto. A mi hubo un momento, es verdad, que las canciones propias empezaron a parecerme un poco iguales. Me dió la sensación que no tenian muchos matices, pero como el set no se extendió a más de diez temas, tampoco se me hizo pesado. Cerraron en pleno subidón popular con «I Wanna Be Your Dog»,«I Feel Alright» y «Sonic Reducer», aunque algunas personas tacharon esta actitud de «verbena Punk». Populista fue, no se puede negar. Dicha decisión podría, incluso, llegar a calificarse con el temible adjetivo de Bolivarianismo musical. Sin duda intentaremos seguirles la pista y ver su evolución en el futuro. En cualquier caso, una alegría ver cómo aún es posible sorprenderse con conciertos de los que no sabes bien qué esperar, saliendo bien satisfecho.