Aunque lo que sigue venga disfrazado de crónica de concierto, no se deje engañar buen lector. Son más bien como esas emociones volubles que escriben los adolescentes en su diario. Un resumen de los turbios recuerdos de anoche, escritos al día siguiente. Y de resaca, para más inri. Si esperáis comentarios detallados de los temas que tocaron las bandas, si sonaron mejor o peor, tuvieron fallos o se pusieron guapos para el concierto, igual no deberíais seguir leyendo. Si sois muy fan de alguna de las bandas, igual tampoco.
Empezaré diciendo que ninguna de las bandas del cartel me interesaba particularmente: algo Rata Negra, poco Accidente y Sheer Mag en absoluto. Y entonces, -¿para que fuiste, gilipollas, con la de gente (es un decir, no creo que fueran masas incontables) que se quedó en la calle que si estaba interesada?- se preguntará el más espabilado lector. En gran medida porque fue la mejor ocasión que encontré de ir a desearles suerte en futuros proyectos a los actuales «jefes» del Rock Palace y despedirme haciendo lo que habitualmente he hecho en ese local: pillar una buena papa con música de fondo. Hubiera ido de muy buena gana a ver a Vigilante Gitano pero me encontraba indispuesto ese día, esa es la verdad. Solo encontré a Santi, pero me alegré de ver que esta medianamente feliz de cerrar esta etapa. Sospecho que, por circunstancias que no conozco, no lo eran en los últimos tiempos, así que el paso de cambiar de dirección me parece acertado. Soy de la opinión que si la vida te lo permite y puedes tomar decisiones, sufrir por sufrir es innecesario y, llámeme loco, hasta debe ser evitado. Esto dicho así, sin entrar en detalles ni económicos, ni de ningún otro tipo que también juegan un papel relevante en estos casos y yo en este caso concreto, repito, desconozco.
A los que lloran amargamente por el cierre, mandarles un cálido abrazo y un mensaje reconfortante diciendo que si se materializa un posible traspaso, seguramente no varíe mucho el modelo de negocio. Quizá algunas condiciones y tal, pero no imagino que nadie pille una sala (y locales) reformada recientemente para montar un Lidl. Aunque nunca se sabe, también podrían montar una discoteca de Reaggeton o un karaoke de chinos. Dios lo castigue con mil rayos de fuego redentor en el caso de que esto ocurra. Esta bien expresar el apoyo a un sitio donde muchos hemos encontrado un segundo hogar, pero dramatizar… lo justo. De todos modos, menos llantos y más celebrar los sitios que siguen abiertos porque, aunque en menor medida, quién más y quién menos somos culpables de haber «asesinado el Punk» un poquito bebiéndonos unas latas en la calle ¿no? Pues eso. La vida sigue, el Punk sobrevive mejor que nunca en esta ciudad y que no decaiga la lucha por encontrar sitios donde montar conciertos sin ser estafados. Optimismo y trabajo que no falten.
Dicho esto, el segundo motivo para acudir al Palace era presenciar el posible mítico directo de los Sheer Mag no vaya a ser, que de verdad se conviertan en una banda grande y no estuviera yo allí para dar la chapa a la gente paciente en el futuro, al igual que aquellos que estuvieron en el Rockola viendo a no-se-quién o los que vieron a OffSpring (¿o eran Green Day?) en una okupa hace 20 años. Otra buena causa para asistir era aportar mi granito de arena para agotar las entradas y dar la razón a la esforzada organización cuando avisan a la gente que mueva el culo para pillarlas, y nadie les hace puto caso. Y luego a llorar y a contemplar como entran rancios desapegados a la causa como un servidor. Y después de estas chorradas mías, unos momentos musicales.
De Rata Negra me gusta el (único) ep que sacaron hace un tiempo. Les había visto hace unos meses pero por el tamaño del espacio o algo, no me sonó muy bien y me pasó desapercibido. Anoche en una sala más pequeña y más cerca del escenario la experiencia fue mucho mejor. Más cálido y vibrante. Llegué a medio concierto, con intención de no sufrir aglomeraciones en puerta, y el ambiente estaba ya caldeado. Era lo que más me atraía de la noche, y efectivamente lo que mejor sabor de boca me dejó.
Accidente nunca han sido mi rollo. No me interesa lo más mínimo el jarcor melódico, y ni siquiera sé muy bien si entran en esa categoria porque soy totalmente ajeno a ella. Al menos así les definen. Aunque comparto gran parte del mensaje que transmiten con sus letras, no me termina de cuadrar el medio. Ni tampoco soy gran fanático de las bandas con letras exclusivamente politizadas, en realidad ¿Que le vamos a hacer? No se puede gustar a todo el mundo ¿no? Lo que es innegable es que deben hacerlo bien, porque tienen una buena legión de seguidores entregados que se lanzan al baile y a la alegría desenfrenada en cuanto suenan los primeros acordes. Lo que no entiendo es que si este rollo cuaja entre la chavalada, ¿por qué no salen más bandas del estilo para diversificar la escena y que no siempre toquen ellos?¿Es tan complicado imitarles descaradamente? Igual son unos fuera de serie tocando y componiendo, y yo no me empapo de nada, que es muy factible.
Sheer Mag me dejaba un poco desconcertado. Alguna melodía me queria entrar por el oído pero le costaba abrirse hueco hasta mi corazón. Yo no tengo profundos conocimientos de música pero a Punk del que me gusta, desde luego no me sonaba ni pa’ Dios. Ni siquiera al Punk que me gusta menos. Y francamente, ya cuando surgen comparaciones con Thin Lizzy me dan ganas de echar mano a la pistola. Otros me han escupido, entiendo que a mala leche, que hay algo de los Jackson Five o Janis Joplin. Estupendo todo. Aun así me gusta opinar con criterio (lo dicho antes de estar allí para contarlo luego era mentira, siento que la verdad estropee una bonita payasada) y tenía verdadera curiosidad por ver como se lo hacían esta gente en directo. Anoche llegaban de un gira de casi dos meses y eso se notó desde el minuto uno. Con un rugido que envolvió la sala, llenándola por completo, dió comienzo su actuación. Los temas de su single fueron sonando y la gente respondiendo como un solo cuerpo, sin fisuras. Guitarras muy presentes y una frontwoman de presencia imponente. Y ya. A mi siguió sin cautivarme lo más mínimo, a pesar de que ellos hicieron un concierto clavado y de sonido muy trabajado.
Como podéis comprobar ni una foto ilustra este texto. Ayer opté por beber, lo siento. Lo que si grabé fue un video intimidatorio, con mala imagen y peor sonido, donde capturé a numerosas personas conocidas bailando al son de los americanos. Lo guardaré en mis archivos y lo esgrimiré contra todo aquel que me diga que ama el Punk y bla bla bla, y luego baila emocionado con este puto grupo de jipis. Por echar unas risas y eso… sin maldad ¿eh?
El Lehendakari.