
Sigo en México (y muchos de vosotros no), pero sobretodo, sigo vivo y con todas las partes de mi cuerpo en su sitio. Y para celebrarlo, no pude más que asistir a un concierto con algunas de las bandas actuales que más interés me generan. Aunque por ser la cita en el mismo centro histórico de la ciudad, se podría presuponer que habría bastante ambiente alrededor, nada más alejado de la realidad. Es una zona comercial, que por la noche queda totalmente fantasma. Ni un alma. Nada abierto. Los que ibamos al concierto, un 7/11 y alguna patrulla policial controlando su territorio. Reconozco que esa sospechosa paz a mis espaldas, no me resultó agradable, especialmente de vuelta a casa.
Punto Gozadera es un bar-restaurante donde se suelen hacer eventos de caracter feminista. En este mismo concierto se buscaba recaudar fondos para el colectivo Akelarre, de Jalapa (Veracruz), y su lucha en favor del derecho al aborto libre. Antes del concierto tambien se aprovechó para proyectar, en un espacio aparte dentro del mismo local, un pequeño documental sobre el inminente expolio que se va a producir en Venezuela, promovido por su gobierno «ecosocialista», bajo el críptico nombre de Arco Minero del Orinoco. Una catástrofe medioambiental que no pinta nada bien para los pueblos indígenas que habitan la zona, dicho sea de paso.
De tres conciertos que he estado hasta el momento en México, en los tres ha tocado Trauma. No me quejo, se lo hacen muy bien, pero es cuanto menos curioso, con la cantidad de bandas que hay en esta ciudad. Esta vez en formato cuarteto (la primera vez que les vi no tocaba el bajista), pero sigue siendo Hc-Punk acelerado, salvaje y muy afilado. La verdad que fueron bastante breves. Salieron, se desgañitaron agusto y se marcharon. Muy correctos.
Riña entraban a última hora por otra banda que se caía del cartel. Sin duda un directo muy disfrutable por la especial cotundencia de su vocalista, que saca una furia que engancha desde el primer desgarrado alarido. Musicalmente, sigue siendo pura rabia, atroz y acelerada. Me dejaron una muy grata impresión y espero volver a verles.
Cuando Mujercitos subieron al escenario, empecé a notar porque son una de las bandas más queridas por aqui. Desde el primer tema se desató un pogo desenfrenado, y la complicidad con el público fue más que palpable. Sin respiro, fueron tocando tema tras tema arropados por un caos salvaje en las primeras filas. Si bien la grabación que había escuchado no me había impresionado mucho, el directo es imposible que te deje indiferente. Un sonido bronco, agresivo, directo e imparable que se avalanza sobre ti, abrasándote como un cubo de chinchetas al rojo vivo.
La banda que supuestamente cerraba la noche (me dijeron que tocaba otra más después, pero no me quedé a comprobarlo) eran Narcoestado, y era la que más me apetecía ver. Como, gracias a un empujón que no ví venir, ya me había comido una buena ostia con la cámara de fotos impactando bajo mi ojo (tres días después aún tengo el pómulo hinchado, por si os interesa mi estado de salud), decidí verlo desde un poco más atrás y escatimar en lo visual. Se siente. Conste que esto no es una queja. Soy el primero en admitir que donde este el pogo, que se quiten los fotógrafos. La verdad que el concierto se llenó, aunque sin agobiar, pero casi todo el mundo se concentró en las primeras filas cuando Narcoestado estaban ya a punto de empezar, y en ese momento si se notó la presión. Su royo me entra mucho mejor porque no le aprietan tanto, y las melodías son más tristonas, más melancólicas, pero muy adictivas. También demostraron que saben ganarse al público, que mantuvo un apoyo incondicional durante la breve, pero intensa actuación. ¡Me tengo que hacer con su Ep lo antes posible!






