9/9/2016 Kurrakä+Apärä+Colapso+Trauma+Dissidia (Centro De Salud, México DF)

Como algunos ya sabréis, el consejo directivo de este webzine, con la excusa de conocer mundo y ampliar mi formación, se ha deshecho de mi deslocalizándome en México, el lugar más lejano para el que llegaba el presupuesto. Por lo tanto, era de rigor empezar las crónicas de esta nueva etapa con mi primer concierto de Punk en la Ciudad de México (antes, y aún para la mayor parte de la escena, México DF). Para alguien curioso como yo, es siempre un disfrute máximo la sensación de extrañamiento que se produce al redescubrir un ambiente que ya creía de sobra conocido, como es el mundo del Punk. Hay otras cosas que sorprenden por lo familiar, como que la gente consuma sus bebidas en vasos de mini (léase katxi, o cualquiera que sea tu regionalismo para el envase de plástico de un litro de capacidad), aunque, eso si, no parece que nuestro calimocho ibérico haya llegado hasta aqui, por suerte para sus intestinos. Todo esto para decir que me voy a enrrollar bien agusto, asi que es mejor que dispongas del tiempo que destinas a cotillear en las redes sociales, para leer un rato con atención. Y también que se me perdone si en algunos momentos adopto cierto tono de cateto que recién desemboca en la gran metrópoli.

La cita era en el Centro De Salud, un local gestionado por gente del entorno gótico de la ciudad, pero que da bastante cancha a los conciertos de Punk. En realidad, es una casa de varias plantas, en la que han habilitado un escenario y una barra en el primer piso. Y una moqueta rojiza al más puro estilo british, no del todo compatible con las botas militares y el pogo, si me piden mi opinión. Por otra parte, si alguien me hubiera dicho que es una casa okupada, tampoco lo habría puesto en duda ni por un segundo. Esta noche en cuestión también había una fiesta royo 80’s en el sótano del edificio, porque por lo visto es un sitio recurrente y economico si quieres bailar y alargar tu noche hasta las horas en las que la gente de bien descansa de sus labores de gente de bien. Entre semana también programan cine y otras actividades culturales alternativas.

El conjunto de las bandas que se anunciaban prometía ruido, y yo me temo que pronto voy a empezar a desarrollar un refinado gusto por el D-beat, el Crust y otros sonidos extremos a los que jamás hubiera imaginado ni acercarme en otras circunstancias. Sospecho que en el tiempo que pase aqui voy a recibir un verdadero master en puta-estridencia-infernal, con especialización en acoples de guitarra. Es lo que tiene viajar: te abre la mente a nuevos conceptos. En fin, aunque este sonido no es mi predilecto, ni tengo conocimiento suficiente para juzgarlo, me voy a lanzar al barro para celebrar mi desvirgamiento con el Punk mexicano. Por el momento no hay fotos, porque no tengo más que alguna chunga con el telefono, que no merece la pena ser exhibida públicamente. Otra vez será.

La primera banda en subir al escenario fue Dissidia, tres chavales, jovencitos en apariencia, que se apuntaron al cartel a última hora en ausencia de otra de las bandas anunciadas. Guitarra, batería y alaridos que completaron algo más de media hora de pura zapatilla, punteos metalizados, y ferocidad desbordada. No creo que escuchara su disco en mi casa, pero el directo tuvo la energía y vitalidad que uno desea ver cuando va a un concierto de Hc-Punk. Se hicieron versiones de Aus-Rotten, Disclose (creo) y alguna más que, por supuesto, yo no hubiera pillado jamás, si no lo hubieran anunciado, porque no tengo ni puta idea de cómo suenan dichas bandas.

Debo decir que antes de que empezara el concierto, estaban pinchando Clash, Sex Pistols, Dead Kennedys, Adolescents, Adicts y demás bandas clásicas, en un alarde de buen gusto y saber estar. Posteriormente, entre banda y banda, llegué a escuchar a Qloaca Letal o Parálisis Permanente, que siempre es de agradecer también.

La siguiente banda que actuó fue Trauma. Creo que es una banda que no lleva mucho tiempo, ni tiene nada grabado, porque otras bandas que he encontrado en Internet con el mismo nombre no se corresponden con ésta, en absoluto. Otro trio de guitarra, batería y voz. Al parecer la figura del bajista no esta muy bien considerada por aqui. Una lástima. Aunque el sonido seguía el estilo D-beat marcado por el grupo anterior, si es cierto que mi oido apreció lineas de guitarra más convencionales dentro del Punk, menos estridentes y que, musicalmente, me entraron mejor. La cantante se deshizo las cuerdas vocales con toda la rabia que pudo dar de sí misma, eso si. Y debo añadir que su camiseta de Sudor, en otro momento algo bien convencional, me hizo sentir un poco más cerca de mi hogar.

Los terceros fueron Colapso, banda procedente de Toluca, en el Estado de México (que es una cosa independiente de la capital, que físicamente la rodea cual Italia al estado de San Marino). El estilo de esta banda se acerca más al Hardcore-Punk, sin demasiadas concesiones ni florituras. El comienzo sonó bastante embarullado y caótico, y el batería parecía tener algunos problemas logísticos con un bombo que no paraba quieto. Daba la sensación que cada uno iba un poco por su lado, la verdad. A mitad de concierto la cosa fue a mejor, encontrando más compenetración y sacando un sonido más uniforme. De toda la noche, quizá fueron los que menos impresión me causaron.

Con el espacio llegando ya a una ocupación casi crítica y la gente bastante caliente, salieron Apärä. En los años que tengo, que no son pocos, nunca había asistido a un concierto de Crust, que yo recuerde. Me lo he montado bien, no lo puedo negar, pero mi suerte no iba a ser eterna. Aunque no sea mi royo para nada, para ser justos, hay que decir que esta fue la banda más compacta y que mejor sonó de toda la noche. Creo que no llevan más de dos años tocando (con este proyecto, con otros seguro que si), pero sacan ese célebre muro de sonido que te aplasta como una losa con el primer acorde. En sus caras de felicidad se nota que disfrutan sobre el escenario, y la entrega es más que total. El público respondió con un pogo salvaje casi desde el principio, como no podía ser de otra manera, y el ambiente se saturó de gritos guturales y acoples estruendosos durante la media hora siguiente. El derroche de energía a volumen brutal que hizo la banda me impresionó, lo reconozco. El mismísimo infierno cayendo sobre nuestras cabezas, oigan.

Kurrakä, desde Austin (Texas), era lo que yo realmente iba a ver, y esperaba con ansia. Ya tuve la oportunidad de verlas en Madrid, durante su gira europea del pasado Otoño, pero mi estado de embriaguez no me permitió apreciarlas en su justa medida. Bajando un poco el ritmo de las bandas predecesoras, pero tocando bien fuerte, hicieron su repertorio de sonido cavernoso y oscuro. No se puede negar que tienen un estilo muy particular, anfetamínico, crudo y elegante al mismo tiempo. Es cierto que me sigue chocando ese reverb brutal de la voz, que se hace un poco bola de ruido, pero supongo que es parte de su encanto. Se coronaron con una versión de «Un día cualquiera en Texas» (un buen punto, dada su procedencia), y diría que tienen una que suena muy Desechables, si es que no era una adaptación de «Golpe tras golpe». Para mi grata sorpresa la gente siguió totalmente entregada durante su actuación, en lugar de largarse tras los teloneros, como a veces estamos acostumbrados a ver en España. Me gustaron mucho, y me gustaría saber si estan grabando nuevo material, porque lo que tienen editado es de hace ya un tiempo.

Tras las hechiceras texanas, una música electrónica ochentera muy bailable empezó a atronar en los altavoces, pero yo marché de allí con urgencia para digerir lo vivido con la calma necesaria. Habrá más días.

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