Esta banda de Oakland acaba de terminar una concienzuda gira europea, y en una de esas recónditas fechas fue donde pude hacerme con su segundo Lp. He de decir que su directo me impresionó más que el disco, en parte debido, como es lógico, a la mayor energía que se transmite en vivo, en parte a dos inesperadas versiones de viejos grupos británicos que dan categoría, y mi respeto, a cualquier banda que se precie. Siete cortes de sonido hipnótico y ritmos machacones, marcados por una voz cavernosa y forzada, sobre los que no destacaría ninguno sobre otro. El último, que da nombre al disco, eso si, es mucho más ambiental, al tiempo que somnífero. Ellos se apuntan a la etiqueta de Post-Punk, y yo añado que sus temas tienen un punto de crudeza agónica, que puede romper con ideas establecidas. La lírica evidencia esas ideas etéreas y confusas, identificables con el género, en las que se podría ver reflejado tanto un desamor, como un despido improcendente o un transtorno en el tracto intestinal. Es decir, algo malo y triste, nunca deseado, e involuntariamente sufrido. No diría que es un disco que oiría a diario, pero si tiene unas melodías espásmodicas que me hacen convulsionar, a gusto. Con algo más de diez minutos por cara, no se hace tedioso de oir, en absoluto. El arte, austero, pero refinado y culto, no sorprende demasiado. Sin duda un disco referente para el Barbudismo Melancólico, una corriente de la que, seguro, os hablaremos en algún otro momento.
Aqui se puede escuchar. Y si queréis poseerlo, por la cara o desembolsando religiosamente, ambas opciones están disponibles a tiro de click. En tus manos dejamos la decisión de qué prefieres apoyar, y tu compromiso con el capitalismo.
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