La gente del Rock´n´Roll en general, y los Punkeros en particular, hacemos gala siempre de unas contradicciones cuanto menos curiosas. Para empezar nos creemos que somos una especie de élite raruna y minoritaria, por lo cual, para proteger nuestra autoestima, solemos pensar que no somos como el resto de borregos-amebas que pueblan las urbes y villas del globo terráqueo. Somos muy independientes, librepensadores y de costumbres contrarias a la media. De tal manera, nos refugiamos en una especia de atalaya moral que nos da vía libre para criticar los usos y costumbres del común de los mortales. Pero vosotros sabéis, igual que yo, que precisamente todo aquello que criticamos lo terminamos haciendo. Aunque sea a micro-escala.
Así por ejemplo, montamos en furia porque la MTV solo saca videos de macizas y cachas mafiosos, rodeados de glamour, tontunaza y hedonismo superficial para luego, sin embargo, subir videos de nuestros grupos al Yutuf con chavalas en lencería, sacar a todos los colegotas cachas y tatuados o hacer ver a los incautos que ven los videos, lo mucho que molamos.
Igualmente, ponemos a parir y nos reímos de los tolais que van a festivales como el FIB y el Viña Rock, porque solo van a emborracharse, ligar y, si acaso, ver conciertos de grupos que les molan, exactamente igual que hace el malasañero de pro yendo al Azkena, al Rebellion o al Funtastic.
También muchos de nosotros nos consideramos de izquierdas, contrarios al desaforado consumismo que nos invade, nos repugnan las modas y las marcas que el populacho compra sin ton ni son, para al final, gastarnos el poco dinero que tenemos, en ropa y calzado adecuado para cada tribu urbana, sub-cultura, o sucursal del Rock de la que todos, no lo dudéis, formamos parte.
En fin, así somos, contradicciones con patas. Pero que cojones, al fin y al cabo hemos venido a este mundo a disfrutar y tampoco lo hemos elegido, así que hasta que esto reviente, pues es lo que hay. Ya se sabe, “la contradicción es lo que hace avanzar al pensamiento”, dijo algún sabio.
Llegados a este punto, ustedes pensarán que tengo mucha bilis por sacar y que han entrado aquí a leer cosas sobre los Killjoys. Efectivamente, tienen razón. Pero si tienen paciencia, verán que la velocidad y el tocino, esta vez, están relacionadas. Sí, yo soy un claro exponente de lo arriba expuesto. Con la compra de este disco a comentar caí de lleno en el terreno de las contradicciones, ya que si bien una cara es una joya, aunque muy breve para ser un LP, la otra es el timo de la estampita hecho plástico. Y pagué gustoso. Y lo que es peor, no me arrepiento.
Pero antes de nada, empecemos por el principio y recordemos quienes fueron los Killjoys.
Procedentes de Birmingham, fueron uno de tantos grupazos de la reostia que salieron a finales de los 70 en la Pérfida Albión, pero que como tantos y tantos tuvieron una existencia efímera con un breve momento de gloria, para terminar siendo recordados porque fue el grupo puente con el que alguno de sus componentes alcanzó el éxito.
En el caso que nos ocupa, nuestros protagonistas, liderados por Kevin Rowland, vinieron a asentarse en Londres desde su ciudad natal, para intentar seguir los pasos de los Pistols. Como tantos otros, se patearon todos los antros de Londres, sacaron un fantabuloso single con Raw, John Peel les promocionó y grabó para una de sus sesiones, para finalmente separarse en poco tiempo; en este caso, según esa fuente de sabiduría que es la Wikipedia, parece ser que nadie aguantaba a Kevin Rowland.
Tras los Killjoys el susodicho alcanzó la fama y la gloria vistiéndose de granjero paleto yanki y tocando el violín bajo el nombre de Dexys Midnight Runners, renegando del Punk y sus cosas, demostrando así un tipo de carácter resentido. Por su parte, la bajista Ghislaine Weston entró a formar parte de Girlschool, un grupo de féminas que se dedicaban a imitar a la cacota de Motorgil (N. de R: Motorhead) y que también alcanzó cierto éxito comercial.
Aquí tienen una muestra de las secuelas. En uno de los videos creo que sale Terminator.
Ni que decir que Killjoys molan mil más que los grupos secuelas. No porque los Dexys sean malos, sino porque nos encontramos ante uno de los mejores grupos de la época primigenia del Punk, y eso ya sabéis, que es decir mucho. Así que cuando videé el LP fui directo a por él, sin fijarme en el contenido y sin importarme el precio, ni nada de nada. Y claro, los de Damage Goods me la colaron bien colada, ya que pague por un LP, lo que se debería haber pagado por un EP.
Me explico: la cara B es una estafa total y una absoluta perdida de tiempo. Los muy viles han metido un ripeado, supongo que de VHS por el año de salida del disco (1991), del documental Punk In London 77 donde salen tocando de teloneros de Jane County & the Electric Chairs en el Greyhound y luego en el local de ensayo, con párrafo en recio alemán del narrador y la entrevista subsiguiente incluidas. Y.. ¡hala! Ahí lo meten con alegría, como si tal cosa.. Y con toda esa morralla te rellenan una cara del disco. Por si fuera poco, también incluye una grabación de un ensayo, donde Rowland y sus huestes se dedican a decir y canturrear payasadas, que supongo que en su día les harían gracia pero ¿qué mierdas me importa a mí? Para eso que metan un chiste de Chiquito de la Calzada o alguna frase graciosa de La Que Se Avecina.
Con esto y un par de eructos nos marcamos un LP, y a correr…
Quizás a quien no haya visto el documental puede que le resulte de interés estas grabaciones (dudo que haya alguien, ya que esta enterito en el yutuf) pero en mi caso, que me llegué a cargar el VHS de tanto rebobinar y rebobinar, pues ya sabéis, se me quedo una cara de tonto más acusada de la que tengo habitualmente.
Sin embargo, como se ha comentado antes, la cara A es harina de otro costal. Es tan jodidamente buena que doy por bien empleada la perdida de dinero a lo tonto. Son solo cuatro temas, pero… ¡¡¡que cuatro temas!!! Que os voy a contar que no sepáis. Son grabaciones distintas del single de Raw, e incluye el temón Recognition, que no había escuchado antes. El resto son las clásicas At Night, Naive y Johnny Won’t Get to Heaven. Canciones que todo joven aficionado al Punk debería escuchar, para ver si de una puta vez dejan de salir grupetes de jarcor-grincor y demás mierdas mal llamadas música Punk, y por otra parte, lo mismo a la gente le da por salirse un poco de la norma y no ir por ahí imitando a los Wipers (sector hedonista-guayer de la Vice & Wurlitzer), a Gang of Four (sector intelectualoide universitario y recién afiliado a Podemos), Joy Division (sector literato-filmotequero atormentado), los Queers (sector malasañero, peterpanesco, surferos de interior o nostálgicos del bachillerato) o a Non Servium (sector concrete warriors, expertos en artes marciales mixtas), que parece que si quieres estar en la onda punkil, es lo único que se puede hacer en la capital opresora del reino.
En el disco no viene la info de donde salen las grabaciones. Me imagino que se tratará de las sesiones con John Peel. El sonido es más maquetero que en el disco de Raw, lo cual hace que las alegres tonadas de Mr Rowland molen más aún que en el single.
Así son las cosas, no recomendaría a nadie comprar este disco, porque objetivamente es muy caro para lo que ofrece, pero es que a mí me gustan tanto los Killjoys que si no lo tuviese y lo viese por el doble de dinero, creo que lo volvería a comprar sin dudar, aunque sea consciente de que me están timando.
Si es que ya lo decía nuestro querido Malcolm: el Rock´n´Roll es una estafa.
Eso sí, si andáis en una situación financiera desahogada, no dudéis en haceros con el objeto ni por un instante. Y por supuesto, si no habéis escuchado a los Killjoys, corred a vuestro ordenador a descargar las canciones ipso facto. Y después denme las gracias invitándome a una cerveza bien fresquita.
Ravishing Punk.